El cambio de año suele traer consigo cierres y nuevos proyectos, pero la pregunta es: ¿realmente estamos estamos aprovechando esta oportunidad? Podemos sumergirnos en reflexiones nostálgicas, basadas en recuerdos del año pasado; hacer balances de lo que nos gustó y lo que no; o evaluar los objetivos cumplidos. Sin embargo… ¿Te resulta familiar olvidar tus metas a lo largo del año y solo recordarlas cuando ya se acabó?
Seguir una metodología nos brinda la oportunidad de hacer que nuestras experiencias sean significativas y enriquecedoras. Nos permite realizar análisis concretos, comparaciones y desarrollar un aprendizaje genuino.
Hace poco, me crucé con un video encantador de una bailarina cuyo mensaje se podría resumir en que para aprender debemos estar dispuestas a vernos como “tontas” (torpes, principiantes). Pero lo único verdaderamente “tonto” es permitir que el miedo a ser novatas nos prive de aprender.
El aprendizaje, desde mi perspectiva, es un proceso en el cual intentamos algo, observamos el resultado, analizamos y decidimos si repetimos o modificamos nuestro enfoque. Tomemos un ejemplo práctico: el primer intento de hacer un giro. Puede que nos mareemos y desviemos el equilibrio. Sin embargo, con repetición y correcciones, nuestro cuerpo se adapta, ganamos conciencia y mejoramos. Las correcciones que nos va brindando la maestra nos permiten ir haciendo ajustes progresivos que nos conduzcan al resultado buscado. Un valioso proceso de hacer, analizar, y rehacer con nueva información adquirida en la etapa previa.
La Importancia de una Buena Planificación en el Proceso de Aprendizaje
Ahora, hagámonos preguntas clave para cada etapa de este proceso:
HACER: ¿Qué hice?
Es esencial abordar esta pregunta desde una perspectiva objetiva. A menudo, nuestras percepciones iniciales pueden estar influenciadas por pensamientos negativos (“no hice/ logré nada”) o victimizaciones (“todo lo que no hice es por culpa de factores externos y yo no puedo hacer nada al respecto”). Reconocer estos pensamientos tóxicos es el primer paso para superarlos.
ANÁLISIS: ¿Cómo? ¿Por qué?
Este análisis debe basarse en palabras concretas y conceptos claros. No es un ejercicio de consuelo o alabanza, sino una evaluación honesta para planificar de manera efectiva. Frecuentemente, la frustración proviene de objetivos mal elegidos o acciones planificadas de manera equivocada.
Además fundamental ajustar nuestras acciones y objetivos en función de cambios en nuestras circunstancias. Ya sea un cambio en nuestras prioridades o una evolución en nuestras metas, la flexibilidad es clave.
LA VOCECITA:
Es común que aparezcan voces negativas que critican nuestras habilidades. Reconocelas, escribilas, pero no les des el poder. Aprendé a dejarlas pasar.
REHACER: ¿Qué voy a hacer?
Con los dos pasos anteriores bien formulados la respuesta a esta pregunta brota de manera natural resultando una lista de nuevos objetivos y un plan para alcanzarlos.
Ejemplos Prácticos de Objetivos:
- En lugar de un compromiso general como “Voy a bailar más”, sé específica: “Bailaré 1 hora adicional a la semana, al cabo de 1 mes evaluaré si pude cumplir o no y si necesito modificar mi estrategia”.
- Definí tus metas de manera concreta, por ejemplo, “Me dedicaré 30 minutos semanales a estudiar y memorizar nombres de pasos. Espero memorizar 10 nombres en los próximos 30 días”.
- Si por algún periodo cambian tus circunstancias, ajustá los objetivos a tu nueva situación: algunas veces el objetivo puede ser simplemente mantenernos conectadas con la actividad.
- Enfocate en técnicas específicas como “Pondré el foco en extender más mis codos, espero corregir esta postura en [elijo 3 movimientos especificos], para ello entrenaré estos ejercicios [cantidad] veces a la semana, y evaluaré mis resultados en 3 meses.
Objetivos sobre Contenidos Específicos:
Incluso identificar los contenidos específicos puede ser un objetivo en sí mismo. Desarrollar la capacidad de identificar contenidos específicos sobre los cuales trabajar requiere experiencia y práctica. Como maestra, entiendo que las correcciones varían según el nivel. Enfocate en lo que podés abordar con tu experiencia y expandí tu comprensión a medida que avanzás.
Los ejemplos vistos se caracterizan por ser muy concretos y realistas, adecuados a la situación especifica de una persona en un momento determinado.
Un Vínculo Especial con los Cuadernos y la Escritura Manual: Una Clave para Comenzar el Año con Éxito
Me declaro amante de los cuadernos y de escribir a mano. Son mi especie de psicólogo, y hay tres razones que hacen que esta práctica sea excepcional para mí:
- Transformación de Ideas: Las ideas en la mente se ven distintas al ponerlas en palabras. Al hablar, es fácil pasar por alto contradicciones o decir cosas inconexas, pero al escribir, todo eso se vuelve evidente. Las ideas y emociones adquieren una dimensión concreta y objetiva, que podemos leer y cuestionar.
- Cansancio Beneficioso: Escribir a mano fatiga el cuerpo más que solo hablar o pensar, y ese cansancio nos impone un límite, evitando que nos enredemos una y otra vez en lo mismo.
- Relectura con el Tiempo: La posibilidad de releernos con el tiempo es fascinante. Leer a nuestra “yo” del pasado, entusiasmada, asustada, realizada o frustrada, nos permite transformar esas vivencias en aprendizaje, anécdota o historia.
Una lección valiosa
Releyendo mis antiguos cuadernos un día noté que, año tras año, algunos objetivos se repetían idénticos. Al momento de escribir, siempre sentía que estaba abordando temas “nuevo”, pero la realidad era que estaba obsesionada tratando de resolver los mismos problemas con las mismas no-soluciones.
Cuando noté esto decidí cambiar mis problemas. ¿Extraño, no? ¿Podemos elegir cambiar nuestros problemas? Sí, muchas veces. Nuestros problemas a menudo derivan de creencias arraigadas que nos imponen límites, el famoso “ahogarse en un vaso de agua”.
Reconociendo la subjetividad en la elección de nuestros problemas, podemos cambiar nuestro enfoque y objetivos, eligiendo cosas que podamos resolver y sobre las cuales podamos avanzar. Eventualmente, desde una nueva perspectiva podremos reevaluar aquellos viejos problemas para ver si siguen teniendo sentido. En caso afirmativo, es probable que podamos abordarlos con una mentalidad diferente e ideas nuevas. Sin embargo, es muy probable que notemos que en realidad no tenían la relevancia que les habíamos adjudicado y simplemente ya no sean un problema.
Una Anécdota Personal:
Hace muchos años, encontré un cuaderno de cuando era adolescente y daba clases para niñas. En él, escribí un sueño: dirigir un grupo de alumnas adultas y avanzadas para dar vida a todas las coreografías que mi mente imaginaba. El texto era rústico, simple y sincero, ¡tal como son los sueños más nobles! Al leerlo, sentí ternura por mi yo del pasado y una gran realización. A medida que avanzamos, surgen nuevos sueños, y al mirar hacia atrás, nos damos cuenta de que las cosas que naturalizamos alguna vez fueron un sueño. ¿Te ha pasado? Me encantaría que me cuentes 🙂
Armá tu Lista de Objetivos:
Escribí las correcciones generales, priorizá las personales y abordá las ampliaciones a medida que resuelvas las anteriores.
En resumen, es crucial entrenar nuestra habilidad para planificar, tomando registros de lo que hemos hecho y lo que queremos cambiar. Debemos aprender a distinguir nuestras subjetividades de las cosas objetivas y despedirnos de las voces negativas. Valorar cada aprendizaje.
Cuando analizamos nuestros procesos debemos centrarnos en información concreta, y nuestras metas deben ser compromisos sinceros que evaluaremos en ciclos de autoevaluación. Planificar no solo nos ayuda a conocernos, sino que también nos impulsa a crecer. ¡Que este nuevo año en la danza esté lleno de planificación y logros!